Mientras se debatía entre la vida y la muerte, entrando y saliendo de un estado de inconsciencia, recibió la visita de algunos de los personajes de sus libros, que le ofrecieron sus sabios consejos y su consuelo.
Desde las gaviotas de su Juan Salvador, pasando por Don Shimoda, el maestro de su libro Ilusiones, e incluso algunos de los hurones de su trilogía, estos peculiares visitantes le revelaron que los accidentes no son casuales, y que cualquiera que sea el destino hacia el que nos conduzcan, siempre nos brindarán lecciones.
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